jueves, 4 de septiembre de 2008

SUPERVIVENCIA

SUPERVIVENCIA

No puedo más. Estoy incómodo y no tengo espacio para moverme, aunque estoy calentito y me siento seguro. Creo que ha llegado la hora... ¿Qué pasó? No me di cuenta del momento, fue tan rápido. Yo quiero volver a donde estaba, era tan lindo y tan cómodo… De una u otra forma tengo que hacerme oír y no sé cómo hacerlo ya que nadie me entiende. Pero algo tendré que hacer. Desde que estoy aquí, sólo veo y escucho cosas incoherentes que no logro entender. Antes estaba tranquilo, sereno; ahora todo es un caos, luces, sombras, ruidos estridentes y movimientos bruscos. ¿A dónde estoy?...

Mirá, Fatús, no vengas a complicarme la vida. Hasta ayer yo era el único en quien recaía toda la atención y de pronto aparecés así, como de la nada. A mí me decían que estabas adentro, que pronto ibas a venir con regalos para mí y que ibas a jugar conmigo. Pero ahora estás aquí, al lado de la cama de mi mamá, ocupando el lugar que yo tenía y todos te miran como embobados, como si fueras lindo y la verdad sea dicha, de lindo no tenés nada, encima no sabés hablar ni jugar. Lo único que hacés es dormir y gimotear como un gato, sí, como el gato de la abuela cuando le agarro la cola. Y resulta que ahora tengo que compartir con vos a mi mamá y a mi papá. Me parece que esto del hermanito no me está resultando tan lindo como me decían…

Supongo que éste que se me acerca a cada rato es mi hermano mayor. Me parece que le dicen Facundo, pero a mí no me sale, yo le voy a decir Fafú, es más fácil. Pero creo que no me escucha, yo quiero decirle hola, Fafú, cómo estás, yo soy Juan Cruz, pero él me dice Fatús, parece que a él también le cuesta hablar, mi mamá le entiende, en cambio a mí no, yo trato de decirle que tengo hambre y que me duele la panza y lo único que me salen son unas lagrimitas, mi mamá me levanta en brazos y cuando estoy con ella, viene Fafú y llora a los gritos y mi mamá no sabe qué hacer con nosotros dos llorando al mismo tiempo. Yo le digo a Fafú que no grite, que me aturde, que ahora mi mamá me tiene que atender a mí porque soy más chiquito y necesito que me den de comer. Tengo hambre, le voy a decir a mi mamá que me dé la leche, y de paso escucho ese tamborcito que me acompañó mientras estaba adentro, lo extraño, su tum-tum me hacía dormir…

Fatús, Fatús, ¿estás dormido? Sólo quería decirte que te presto a mi mamá y a mi papá hasta que yo vuelva de la guardería, porque me parece que vos por ahora no tenés ganas de jugar conmigo, pero primero voy a llorar un rato para que mi mamá me alce y me dé unos besos grandes, grandes y después me voy, así que aprovechá de llorar todo lo que quieras mientras yo no esté, porque cuando vuelva, mi mamá va a ser mía de nuevo y vos te podés quedar con la abuela… Ah! Me olvidaba, gracias por los regalitos, me gustaron mucho.

-Por fin se fue Facundo y Juan Cruz se ha dormido. Vamos, amor, descansemos un rato que la casa está en silencio.

Gloria Brandán
18 de junio de 2008

1 comentario:

Mecha Novillo dijo...

¡Tan tierno!

Éste será un recuerdo imborrable para tus nietos, los protagonistas, cuando sean adultos, y una clara señal de su presencia en tu vida.

Todo un documento!!!!!!!!