miércoles, 8 de abril de 2009

AL FINAL DEL CAMINO

…Algún día voy a dejar de hacer esto, estoy seguro de que voy a poder, pero ahora no quiero, no tengo ningún motivo para intentarlo, es lo único que me hace olvidar el hambre, el frío y la soledad, aunque en realidad no estoy solo, están mis padres allá con mis hermanos, pero no sé si se acuerdan de mí, hace tanto que no los veo que bien podrían haberse olvidado de que existo, así que para qué intentarlo si ya sé lo que me van a decir, volvé, no te quedés en la ciudad, qué hacés allá, vení a dormir aquí, al menos acá tenés un techo y algo para comer…, y en realidad no quiero ir a casa porque no tengo ganas de escuchar las mismas discusiones del viejo que toma vino para olvidarse de que no tiene plata, ni de ver las lágrimas de la vieja que soporta en silencio el dolor por mis hermanos que lloran de hambre y de frío, prefiero dormir a donde me agarre la noche, para qué ir si no hay nada para mí, tan lejos, tan solo, tan triste, tan pobre. Algún día voy a volver y cuando vuelva voy a llevarle plata a la vieja, mucha plata para que se ponga contenta, para que pueda comprarse el colchón y la tele que tanto le gusta y algo de ropa para los chicos y también comida decente, así no tienen que salir a buscar entre la basura lo que sea que se pueda vender, cartones, botellas o algún hueso para llevar a la olla de la sopa, están tan flacos, pobrecitos, en cambio acá en la ciudad algo consigo para mí, puedo pedir, de vez en cuando me dan algunas monedas limpiando vidrios y por las noches me junto con otros muchachos que están igual o peor que yo y fumamos hierba para olvidar o para juntar coraje para sacar algunos pesos. Es tan duro esto, que lo único que me alivia es ese humo que aspiro, pero tengo que conseguir plata para poder comprarla y es difícil, tengo miedo de que me pase algo, por eso digo que algún día voy a dejar esto y voy a conseguir un trabajo bueno para poder ayudar a mi vieja y al viejo también aunque no lo merezca y a mis hermanitos para que puedan ir al colegio y aprendan a leer y a escribir, no como yo que no sé nada, apenas dos años hice nomás, después me escapé y no volví más y no me gustaría que les pase a ellos lo mismo que a mí, por eso tengo que seguir en la calle y juntar plata, así que para qué estudiar, de qué me sirve si de una u otra forma alguien me da algo de ropa o comida y si no le robo unos pesos a algún descuidado que encuentro por ahí. Pero sí, algún día dejaré esta vida, dejaré la droga y seguro algo mejor me estará esperando al final del camino…


A veces el silencio me detiene en el tiempo, las voces de mi interior se acallan junto con los brillantes ruidos, y puedo ver mi vida a lo lejos como si fuera de otro, como si me la hubieran contado y pienso qué fue de aquel niño que tenía grandes sueños, qué fue de aquel niño que perdido en la vorágine del mundo quería salvarse de la caída sin final, pobre incrédulo infeliz, soñador sin límites, prisionero de una libertad sin fronteras. A dónde quedaron esos sueños, a dónde fueron los anhelos que imaginó en los momentos de turbación y ensueño enredado entre mantas inmundas y nubes de humo, que lo acunaban y adormecían en las horas de soledad y abandono.
Los años han pasado crueles y sangrientos, no sé cuántos ni cómo, pero ya estoy viejo o me siento viejo, no sé. Acá adentro la vida no se vive, sólo pasa por la vereda del frente, nunca se cruza en mi ruta, ni en la ruta de otros que como yo perdieron su inocencia entre el hambre y el hastío, entre hierbas aspiradas y promesas incumplidas. No quiero pensar que aquí se acaba todo, ni quiero imaginar que después de tanto penar y luchar por ideales imposibles, no haya nadie que sepa de mis horas eternas. Quiero creer que más allá de estas cuatro paredes blancas, algo mejor me estará esperando al final del camino.


Gloria Brandán
4 de junio de 2008

1 comentario:

Mecha Novillo dijo...

Muy duro, y muy bueno este texto en donde has logrado, Gloria, despegarte de tu yo, convertirte en otro, pensar y hablar como otro...
Encuentro en el fondo de este relato - que puede considerarse cuento ya que reúne las condiciones para serlo - un sentimiento de profunda compasión y profunda comprensión.