jueves, 4 de septiembre de 2008

INSTANTE SOMBRÍO

INSTANTE SOMBRÍO


Observa su sombra tendida sobre el césped verde amarillento aún mojado por el rocío matinal del invierno venidero, mientras la tibieza del sol le recorre la espalda. Sus oídos se detienen ante los sonidos externos: el trino de algún pájaro, el murmullo lejano de unas voces desconocidas, el motor de un auto que circula por la calle, lejos. Levanta la mirada hacia las estáticas copas de los árboles. El vuelo fugaz de un ave solitaria irrumpe en el homogéneo azul del majestuoso cielo. La quietud del día lo estremece. Su sombra lo intimida.
Poco a poco los sonidos se acallan hasta alcanzar un silencio total y absoluto. Sólo coexisten la sombra y el cuerpo, acechándose, en un mismo instante sombrío. La sombra frente a su cuerpo, su cuerpo frente a la sombra.

Sombra y cuerpo se entrelazan en una simbiosis perfecta. Inseparables, indivisibles. Nada se interpone. Nada.
Cuerpo y sombra lidian por hacer eterno aquel instante; el desgarro es profundo, sin regreso.
Siente la tibieza en el rostro mientras la sombra contempla ahora su espalda fría. La fugacidad del instante ha dado paso a la postrimería de un día apacible.

El sol ha superado el cenit.


Gloria Brandán
11 de junio de 2008

1 comentario:

Mecha Novillo dijo...

Muy, muy bueno, en su abstracción, en su apertura a distintas interpretaciones por parte del lector.