jueves, 6 de septiembre de 2007

CURRICULUM VITAE

22 de Noviembre de 2006.

CURRICULUM VITAE


RECORRIENDO MI VIDA

Nací un catorce de octubre de 1955. Mi nombre, Gloria, se debe a la “gloriosa” victoria de la revolución de septiembre de ese mismo año. Mi cuna no fue de oro ni de plata; justamente eso es lo que escaseaba en mi familia. Unos años más tarde, cuando mi razón tenía edad de aparecer, me enteré que tenía seis hermanos y yo era la menor; la niña de los ojos de mi padre, la “Gurita”. Miembro de una familia tradicional y de profunda fe católica, crecí siendo la mimada de mis padres y hermanos, cuestión que me enorgullece.
Difícil será de creer, si digo que siendo niña parecía una espiga. Tan delgada era que un tío, muy dicharachero él, decía: “¡Pero esta chica, no hace ni sombra!”. Con los años, creo que me he reivindicado de tales bromas.
Asistí a uno de los mejores colegios de la época, el Instituto Jesús María, de señoritas, por supuesto, siendo formada en la misma fe de mis padres, abuelos y todos mis antepasados. En el año 1973 recibí el título de Bachiller Humanista (de hecho es el único oficial que tengo), terminando así mis estudios primarios y secundarios.
De mi infancia poco recuerdo: los cuentos de mi abuelo Ramón, los juegos con mis primas durante el verano, la pileta de natación llenada con agua de pozo tan fría, que cuando alcanzaba a calentarse un poquito, había que vaciarla ya que dejaba su color celeste cristalino, para tornarse en un líquido de verde espuma. No eran tiempos de filtros ni limpia-fondos. Esa tarea la hacíamos los más chicos, bajo las órdenes de algún mayor, siempre con cepillo de alambre en mano.
Mi adolescencia pasó entre libros de latín e indescifrables letras griegas: el Olimpo con todos sus dioses y diosas, apuestos y valientes semidioses, inspiradoras musas e increíbles oráculos y pitonisas, fueron la compañía preferida de mis tardes en la lejana y poco ciudadana casa paterna. Sin ninguna duda: la mitología griega y romana era mi lectura preferida, actividad que he desarrollado desde pequeña hasta nuestros días y espero no abandonar. En fin, pocos recuerdos de una seguramente feliz infancia y uno que otro de mi adolescencia, seguramente muy bien adolecida.
Ya más crecida, y en edad de merecer, apareció en mi vida un apuesto gentilhombre, casi podría decir, mi propio semidiós: dotado de humildad, honestidad y buen humor, supo conquistar mi corazón, coronando nuestro amor frente al altar en junio de 1976. De esta amorosa unión nacieron siete hijos, seis varones seguiditos y por fin, la propia niña de nuestros ojos.
Es difícil para mí opinar sobre mis gustos y preferencias. No por falsa modestia, sino porque no sé realmente lo que más me gusta. Soy curiosa por naturaleza, cualidad que me ha inducido a incursionar en distintas actividades, siempre en el orden de lo doméstico, claro está. El hecho de ser madre múltiple ha hecho que desarrolle una interesante cualidad: aprendo oficios viendo cómo los realizan los que saben hacerlos. Así, he cursado variadas profesiones: desde conocimientos básicos de medicina pediátrica, clínica médica general y farmacéutica; cocinera y repostera; bordado de medio punto, tejido con dos agujas, puntillas y caminos de mesa en crochet, hasta aprender de publicaciones especializadas a tejer en telar, oficio de reciente aplicación. Pero también debo admitir que no soy muy amiga de la aguja de coser: los botones de las camisas y los ruedos de los pantalones, son fieles testigos de dicha falta.
Confieso que soy adicta. Pero mi adicción es a la música y al canto. Esta es una materia pendiente en mi currículum, ya que me hubiera gustado profundizar en esos conocimientos que alegran el alma y aquietan el espíritu. Y si es en compañía de amigos, ¡mucho mejor!
En la actualidad, estoy aprendiendo un nuevo oficio, que no por difícil es menos atractivo: la escritura. Sin embargo de ello no voy a hablar; esa tarea dejo a mis pacientes, bondadosos y generosos lectores, si es que hay alguno en este mundo que lea lo que yo escribo.
Por último, y con el fin de terminar con el recorrido de mi vida y sus adyacencias, no puedo concluir sin referirme a la presente etapa: un oficio nuevo, que yo no elegí, debo incorporar a mi listado: una ignorada ocupación que aprenderé sin ningún libro o revista que enseñe el paso a paso de cómo ser una ejemplar, buena y cariñosa abuela. Un nieto ha llegado a nuestra familia: Facundo. Extensión de mi sangre, hijo de mi hijo; desde ahora y hasta los últimos días de mi existencia, éste es y será el mejor oficio que debo aprender, para poder recibir a todos los hijos de mis hijos, extensiones de mi sangre, que la vida y Dios me regalen.
Sueño y ruego por ello.


Gloria Brandán

1 comentario:

Unknown dijo...

Has demostrado ser una perfecta autodidacta: sin libros ni revistas aprendiste a ser la mejor madre. No hay duda: vas a ser también la mejor abuela.