jueves, 13 de septiembre de 2007

TEATRO: "HOY ESTRENO"

El telón se cerró mientras en la platea todavía el público aplaudía de pie. Como era de esperar, el estreno había sido todo un éxito.
La sala iba quedando vacía mientras los espectadores se retiraban lentamente en medio de un ensordecedor murmullo monocorde, que disminuía a medida que salían al frío de la noche. El aire viciado por el perfume de las mujeres y el humo del tabaco de los hombres, era fiel recuerdo del debut a sala llena. Tras bambalinas, los actores se felicitaban unos a otros llenos de alegría; luego se dirigirían a sus camarines para quitarse los trajes, colocarlos en los percheros y dejarlos listos para el día siguiente. En adelante todo sería igual, menos la emoción del primer día de actuación. Durante todas las funciones siguientes, se cumpliría la misma rutina: los diálogos, el vestuario, las luces y la música se repetirían hasta la monotonía; el estrépito que provocaba la entrada y la salida del bullicioso público marcaría el inicio y el final de cada noche de luces.
Como era costumbre, los actores, los productores y el director de la obra salieron a brindar por el éxito del debut, en medio de risas y eufóricos gritos. Algunos se despedían de él con un simple e inexpresivo “buenas noches” o “hasta mañana”; otros pasaban a su lado sin tener en cuenta, siquiera, su frágil existencia.
Sólo quedaban el silencio de las butacas vacías, el eco del estridente sonido de la música, el fantasma de los aplausos y los últimos destellos de las luces en el escenario. Lo único que daba crédito de la presencia de él, era el ruido de las puertas que iba cerrando. Todo ha pasado tan rápido... El ir y venir de los actores, las largas horas de ensayo, la elección del vestuario, las luces, la enloquecedora música, el frenesí del día del estreno... Sus pasos retumbaban en el profundo silencio reinante. ¡Qué lástima! Ya pasó el estreno. Todo ha transcurrido tan rápido...

El vacío...
El silencio...
La oscuridad...
Sabía que avanzarían, desde el fondo, como queriendo atraparlo con sus largos brazos a medida que iba apagando las luces desde la marquesina hasta el escenario. Ésta sería su rutina, única compañía en la soledad de sus noches. Después de tantos años, él se sentía como si fuera parte del inventario junto a los restos de antiguas representaciones. El teatro quedó vacío; él, solo en el silencio que lo aturdía y en la fría oscuridad que lo abrazaba.
El sereno recogió sus pocas pertenencias, encendió la linterna y se dirigió hacia la puerta arrastrando sus cansados pies. Subió por la angosta escalera caracol que lo conducía a su habitación. Sabía que cuando se acallaran los ruidos y se apagara la última luz, comenzaría a escuchar la misma melodía, como todas las noches, desde siempre.

En la soledad de su habitación, su presencia llenaría el vacío...
El sonido de los primeros acordes acallaría el silencio...
En un remoto rincón del teatro, una eterna vela encendida sobre el viejo piano iluminó la oscuridad...

Gloria Brandán

3 comentarios:

Mecha Novillo dijo...

Francamente ya estoy cansada de escribir comentarios que no tienen aceptación, Gloria.(blogger.com no me los recibe)
Por las dudas de que recibas éste - es el 4º intento en esta mañana, te digo que me pareció fantástico que sigas presentando tus textos.Son muy, muy buenos.
Mecha

Mecha Novillo dijo...

¡Por fin! ¡Aleluya! Entró mi comentario.
Mecha Novillo

Mecha Novillo dijo...

Perdón. Hasta ahora no había hecho verdaderos comentarios.
Ahora sí te digo que has logrado un "suspense" (no es error)muy interesante. Y hay emoción, que es lo más importante.